La tragedia recientemente ocurrida en la carretera Medellín-Quibdó, no deja de ser, tristemente, la repetición nefasta de un hecho demostrativo de una de las consecuencias fatales de las cosas “MAL HECHAS” desde un principio.
Resulta que, a pesar de que en los numerosos cursos, seminarios y foros dizque destinados a la mejora de la a práctica profesional de la ingeniería, permanecen criterios que son, a todas luces, inadmisibles.
En efecto una de las “Panaceas” de tales eventos de educación continuada, es la de que: “Solo hay una manera de hacer las cosas, y es: “¡BIEN HECHAS!”.
Pero, en contraste, parece ser que, en la tragedia del Chocó, vuelve a manifestarse la presencia de la nefasta práctica de utilizar terraplenes y cortes “INTENCIONALMENTE” inestables, para dejar que, con el paso de tiempo dicha estructuras, “MADUREN”, o sea que alcancen un comportamiento estable. Indudablemente, este proceso se desarrolla a costa de innumerables pérdidas materiales y humanas.
Es un hecho elemental y universalmente aceptado, que uno de los criterios fundamentales en la ejecución de estructuras típicas de la ingeniería civil, como los cortes y taludes, que estas, sean ESTABLES. Pero, con los afanes politiqueros de mostrar falsas realizaciones y con argumentos de la “pobreza irreal” del país, y el espejismo de que son más prioritarias las construcciones de hospitales y escuelas, se recurre a la ejecución de este tipo de estructuras. Al final, se demuestra que el país no es “pobre”, si se observa el despilfarro y el latrocinio politiquero, y que, además, no se ejecutan las escuelas ni los hospitales, quedando la comunidad con los cortes y taludes inestables en las vías de comunicación terrestre, que son fuente permanente de tragedias repetitivas como la que acaba de ocurrir en el Chocó.
La cuestión del necesario mantenimiento y la atención permanente a las sintomatologías y patologías que suelen presentar este tipo de estructuras “MAL HECHAS”, también se ha constituido en otra actividad “MAL HECHA”, porque no se atienden, en forma eficaz, los “avisos”, ni se ejecutan las necesarias “prevenciones de desastres”.
El hecho de que no se estudie en forma exhaustiva el comportamiento de las estructuras “INTENCIONALMENTE INESTABLES” en las escuelas de formación, causa la percepción maluca de que las continuas reformas de los alcances del pénsum académico, también se constituyen en actividades “MAL HECHAS”.
La cuestión de la presencia de las cosas “MAL HECHAS” se “ha vuelto paisaje” en el desarrollo de las actividades normales de la administración pública.
En efecto, pese a la tan cacareada pero también reformada y hasta vilipendiada, por aquello de que: “Hecha la ley, hecha la trampa”, LEY No. 80 de 1993, o sea el “Estatuto general de contratación de la administración pública”, el hecho cierto es que: abundan “las celebraciones de contratos sin cumplimiento de requisitos legales”, como se ha revelado en el cambio reciente de administración en la ciudad de Medellín. Aparentemente, algunos funcionarios afines a ciertos movimientos políticos, creen que los nombramientos para ocupar algunas posiciones directivas en la administración pública equivalen a verdaderas “patentes de corso” para protagonizar los frecuentes casos de “enriquecimiento ilícito”.
Es claro, entonces, que existen muchos casos de mala práctica de actividades de la Ingeniería y la Arquitectura, y, en consecuencia, es necesario que los entes y asociaciones que agrupen a los profesionales afines, demuestren que sus actividades relacionadas con la prevención de dichas anomalías puedan calificarse como actividades “BIEN HECHAS”, como debe ser.