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Cooperación, fundamento de la evolución de las especies y de la lucha contra el cambio climático

Por: José Hilario López

La adaptación al cambio es el concepto clave para entender la teoría de la selección natural de Charles Darwin, desarrollada en su libro “El Origen de las Especies”, publicado en Londres el 24 de noviembre de 1859, considerado uno de los trabajos investigativos más importantes en la historia de las ciencias naturales y el fundamento de la teoría de la biología evolutiva. Las especies que se conservaron en medio del proceso evolutivo no fueron las más fuertes, como comúnmente se cree, sino las que mejor se adaptaron al cambio. 

Las especies evolucionan entablando relaciones de mutua interdependencia con los demás seres vivos y con el medio que los rodea; tales interdependencias son de carácter colaborativo, luego, el mecanismo evolutivo es la cooperación natural. La cooperación ha sido fundamental para la evolución de las especies, ya que permite a los organismos sobrevivir y reproducirse.

Una respuesta a la pregunta ¿por qué cooperamos? puede ser formulada a partir de la teoría de la evolución enmarcada dentro de un planteamiento sistémico. La especie humana, al igual que todas las demás especies, es biológica y, por tanto, los  individuos que en la actualidad la conformamos somos fruto de un proceso evolutivo de ancestros que fueron parte activa del proceso, y de los cuales somos herederos de características y comportamientos que les permitieron sobrevivir en sus ambientes histórico-contingentes. Por otra parte, debido a que una de las maneras en que los individuos han sobrevivido y se han reproducido en condiciones ambientales adversas ha sido asociándose con otros individuos de la misma u otras especies, surge la cuestión sobre si en el origen de nuestra especie biosocial están presentes factores tanto ambientales como endógenos que llevaron a que la asociación, mediante la coselección de individuos que presentaban patrones de comportamiento cooperativo, fuera más eficaz desde el punto de vista biológico que la supervivencia individual.

La cooperación permite a los organismos sobrevivir en entornos competitivos. Por ejemplo, nuestros antepasados homínidos cooperaron para cazar grandes herbívoros y para defenderse de los felinos: un homínido como individuo era indefenso ante los felinos, pero varios homínidos cooperados, de manera coordinada, si  podían vencer o hacer huir  una manada de felinos. Las únicas especies que han logrado sobrevivir a los cambios del entorno natural han sido aquellas que mediante mecanismos de cooperación han logrado adaptarse al cambio de su entono.

La siguiente fotografía muestra doce hormigas bebiendo de una gota de agua depositada en la hoja de un árbol. Lo sorprendente es que se han dividido en 4 grupos de 3 hormigas cada uno para equilibrar la hoja y que la gota de agua no se resbale. Fuente:https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1551367431737569&id=271794846361507&set=a.314705292070462&locale=sr_RS

Esta bella imagen me lleva a reflexionar sobre las  conductas bajo las cuales las personas conciben e interactúan con el entorno natural, lo que  permite entender cómo los individuos, las instituciones y las políticas públicas dan prioridad a subconjuntos de valores, dependiendo de la manera como se enmarquen las relaciones entre las personas y la naturaleza. Por ejemplo, “vivir de la naturaleza” enfatiza valores instrumentales como la capacidad de la naturaleza de proporcionar recursos para sustentar nuestros medios de vida, lo que se traduce en prácticas extractivas que maximizan las ganancias, sin importar la conservación del recurso. “Vivir en la naturaleza” se refiere a como las personas reconocen la importancia de la naturaleza como escenario de sus vidas, prácticas y culturas. “Vivir con la naturaleza” se centra en los procesos que sustentan la vida de la naturaleza y sus conexiones con seres no humanos, priorizando así valores tanto intrínsecos como relacionales; este tipo de convivencia prioriza encarnar y percibir la naturaleza como una parte física y espiritual de uno mismo, enfatizando valores amplios de unidad, parentesco e interdependencia. Las diferentes formas de vida se expresan en distintas combinaciones según el tiempo y el contexto, pero la investigación y las políticas prevalentes en nuestra civilización, casi siempre se alinean con "vivir de la naturaleza”.

Esta es la realidad que hay que entender. Si queremos avanzar hacia una transición energética sustentable, se requiere empezar por cambiar el modelo que hemos adoptado como civilización occidental. Pero lo más importante es aceptar que el cambio empieza por cada uno de nosotros, y que la acción política ciudadana es la que obliga a los gobiernos a actuar de manera consecuente.

En conclusión, tal como lo enfatizo en mi libro “Cambio climático e impacto global. Un marco viable de transición energética para Colombia” (Fondo Editorial EIA, 2025), la hoja de ruta para una transición energética sustentable para el caso colombiano tiene que enfocarse en el manejo integral de nuestra ruralidad, principalmente en frenar la reforestación, cambiar las prácticas tradicionales de cultivo de la tierra, controlar la erosión de los suelos de ladera, desarrollar nuevas prácticas de manejo del hato ganadero y de las basuras orgánicas, a lo que es necesario agregar un cambio en nuestros hábitos de consumo. Para avanzar en este propósito se requiere, condición sine qua non, toda una cultura de comunidad.

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Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos - SAI May 19, 2025
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